DESARROLLO COGNITIVO.
ASPECTOS DEL DESARROLLO COGNITIVO.
"La infancia es un mundo de milagros y maravillas: como si la creación surgiera, bañada en luz, a partir de la oscuridad, totalmente nueva y fresca y sorprendente. El final de la infancia es cuando las cosas dejan de sorprendernos. Cuando el mundo nos parece familiar, cuando uno se ha acostumbrado a la existencia, uno se ha convertido en adulto".
Eugene Ionesco, Fragments of a Journal, 1976.
ENFOQUE PIAGETIANO: EL NIÑO PREOPERACIONAL.
Piaget llamó a la segunda infancia la etapa preoperacional del desarrollo cognitivo porque los niños a esta edad aún no están listos para utilizar las operaciones mentales lógicas, como lo estarán en la etapa operacional concreta de la tercera etapa. Sin embargo, la etapa preoperacional, que dura aproximadamente de los dos a los siete años de edad, se caracteriza por la gran expansión del uso del pensamiento simbólico o capacidad de representación, que surge por primera vez casi al final de la etapa sensoriomotora. Veamos algunas de las ventajas y algunos de los aspectos inmaduros del pensamiento preoperacional (cuadros 10-1 y 10-2), así como lo que han revelado las investigaciones recientes, algunas de las cuales ponen en tela de juicio las conclusiones de Piaget.
Los avances en pensamiento simbólico se acompañan de una creciente comprensión de la causalidad, identidades, categorización y número. Algunas de estas comprensiones tienen sus raíces en la lactancia y en la primera infancia; otras se empiezan a desarrollar en la segunda infancia, pero no se logran por completo sino hasta la tercera infancia.
LA FUNCIÓN SIMBÓLICA.
“¡Quiero helado!”, anuncia Kerstin, de cuatro años de edad, al ingresar en la casa después de jugar en el patio polvoriento y caliente. No vio nada que haya provocado este deseo; la puerta del congelador no está abierta ni hay un comercial en la televisión. Esto indica que ya no necesita tal tipo de señal sensorial para pensar en algo. Recuerda el helado y su frialdad y sabor, y lo busca de manera intencionada. Esta ausencia de señales motoras o sensoriales caracteriza la función simbólica: la capacidad de utilizar símbolos o representaciones mentales palabras, números o imágenes a las que la persona ha asignado un significado. Sin símbolos, las personas no podrían comunicarse verbalmente, dar cambio, leer mapas o atesorar fotografías de personas amadas distantes. Tener símbolos que representan a las cosas ayuda a los niños a recordarlas y a pensar en ellas sin tenerlas físicamente presentes. Los niños preescolares muestran la función simbólica por medio de la imitación diferida, el juego simulado y el lenguaje. La imitación diferida, que se vuelve más robusta después de los 18 meses de edad, se basa en mantener una representación mental de una acción que se observó; como cuando Bart, de tres años de edad, regaña a su hermanita con las mismas palabras que oyó a su padre decirle al repartidor que se tardó en traer la pizza. En el juego simulado, también denominado juego de fantasía, juego dramático o juego imaginativo, los niños pueden utilizar un objeto, como una muñeca, para representar o simbolizar alguna otra cosa, como una persona. El lenguaje utiliza un sistema de símbolos para la comunicación.
ASPECTOS INMADUROS DEL PENSAMIENTO PREOPERACIONAL.
Según Piaget, una de las características principales del pensamiento preoperacional es la centración: la tendencia a enfocarse en un aspecto de la situación e ignorar otros. Señaló que los preescolares llegan a conclusiones ilógicas porque no son capaces de la descentración: pensar acerca de diversos aspectos de una misma situación a un tiempo. La centración puede limitar el pensamiento de los niños pequeños tanto para las relaciones físicas como para las sociales.
EGOCENTRISMO.
El egocentrismo es una forma de centración. Según Piaget, los niños pequeños se centran tanto en su propio punto de vista, que no pueden considerar el de otra persona. Los niños de tres años de edad no son tan egocéntricos como los neonatos; pero, indicó Piaget, aún creen que el Universo se centra en ellos. El egocentrismo puede ayudar a explicar por qué los niños, en ocasiones, tienen problemas para distinguir entre la realidad y lo que pasa dentro de sus cabezas, y por qué pueden confundirse acerca de qué ocasiona qué cuando Emily cree que sus “malos pensamientos” ocasionaron la enfermedad de su hermano o que ella originó los problemas maritales de sus padres, está pensando de manera egocéntrica.
A fin de estudiar el egocentrismo, Piaget diseñó la tarea de las tres montañas. Un niño se sienta frente a una mesa que tiene tres grandes montículos. Se coloca a un muñeco al otro lado de la mesa. El investigador pregunta a los niños cómo se verían las montañas desde la perspectiva del muñeco. Piaget encontró que, por lo general, los niños pequeños no podían responder la pregunta en forma adecuada; en lugar de ello, describían las montañas desde su propio punto de vista. Piaget consideraba que esto era evidencia de que los niños preoperacionales no pueden imaginar un punto de vista diferente del propio (Piaget e Inhelder, 1967).
CONSERVACIÓN.
Otro ejemplo clásico de la centración es la incapacidad para comprender la conservación, el
hecho de que dos objetos que son iguales lo siguen siendo aun cuando se altere su apariencia, siempre y cuando nada se añada o reste. Piaget encontró que los niños no comprenden este concepto del todo hasta que alcanzan la etapa de las operaciones formales. En un tipo de tarea de conservación, que es la conservación del líquido, a Justin, de cinco años de edad, se le muestran dos vasos transparentes idénticos, cada uno bajo y ancho y cada uno con la misma cantidad de agua. A Justin se le pregunta: “¿Ambos vasos tienen la misma cantidad de agua?” Cuando indica que sí, el investigador vierte el agua de uno de los vasos en un tercero alto y delgado. Ahora se le pregunta a Justin: “¿Los dos vasos tienen la misma cantidad de agua o uno contiene más? ¿Por qué?” En la segunda infancia, aun después de haber visto verter el agua de uno de los vasos cortos y anchos en el vaso alto y delgado, o incluso después de haberlo hecho él mismo, Justin dirá que uno de ambos vasos contiene más agua. Al preguntarle por qué, dirá: “Éste es más grande porque es así” y moverá sus brazos para indicar la altura o el ancho del vaso. Los niños preoperacionales no pueden considerar la altura y el ancho al mismo tiempo, ya que sólo se pueden centrar en uno de ambos aspectos. No pueden pensar de manera lógica, según lo indicó Piaget.
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